reflexión del evangelio de hoy No hay más de un misterio

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Algunas veces sale a trotar en las tardes por la vía entre San Antonio de Prado y Heliconia. Mientras sube, solo, a buen ritmo desde el parque hasta el sector conocido como El Chuscal –allí se parte la carretera para seguir alrededor de Heliconia o apearse para Armenia Mantequilla– las personas que se lo encuentran lo saludan y le piden la dicha. Él se las da y sigue su camino.

Y si tu abertura te hace caer, sacátelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Jehová, que ser tumbado con los dos Fanales al abismo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

—Yo conozco tu Evangelio, el Magisterio de la Iglesia, el Catecismo, y remembranza aquellas palabras del Papa Santo Juan Pablo II en la Carta a las Familias: «El esquema del utilitarismo asentado en una autodeterminación orientada según el sentido individualista, es sostener, una autodeterminación vacía de responsabilidad, es el constitutivo de la antíparecer del amor».

El ejemplo de este desapego nos lo ofrece una ocasión más el Evangelio de actualmente en la figura de Juan el Bautista: un hombre austero, que renuncia a lo superfluo y averiguación lo esencial. El desistimiento de las comodidades y la mentalidad mundana no es un fin en sí mismo, no es una ascesis solo para hacer penitencia; el cristiano no hace “el faquir”. Es otra cosa. El desapego no es un fin en sí mismo, sino que tiene como objetivo alcanzar poco más grande, es proponer, el reino de Jehová, la comunión con Dios, la amistad con Jehová.  (Ángelus, 6 diciembre 2020)

«Esta es mi muerte de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no retornaré a Libar del fruto de la vid hasta el día que beba el caldo nuevo en el reino de Alá».

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El Padre Carlos Yepes es un sacerdote Colombiano reconocido por su bordado evangelizadora en los medios de comunicación a través de los cuales hace:

La historia de la humanidad ha cambiado para siempre: Cristo ha resucitado. No obstante, el cambio que se había de efectuar en los apóstoles estaba por hacerse: todavía conservaban los rezagos de ese temor que los hizo abandonarlo en el Calvario. Tiemblan delante la idea de pasar la misma suerte.

Ahora los encomiendo a Alá y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos los consagrados a Todopoderoso crezcan en el espíritu y alcancen la herencia prometida. Yo no he codiciado ni el oro ni la plata ni la ropa de nadie.

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